domingo, 30 de septiembre de 2007

La historia oculta de la Bella Durmiente: en realidad era drogadicta por eso no despertaba jamás


La primera parte de la biografía que me hizo entrar al lugar donde no quiero recordar que estuve:


"Erase una vez una hermosa princesita adorada por sus padres, que nació en un magnifico castillo, reverenciada por sus súbditos. Era la más bella de varias leguas a la redonda… Definitivamente esa no es mi historia, simplemente porque las herederas no juegan con insectos cuando pequeñas ni menos comen tierra, es más mi madre aún guarda una foto como recordatorio para que jamás pueda exigir limpieza a mis futuros hijos. Gracias a Dios que madre hay una sola porque dos nadie lo soportaría. Además, yo no era la más preciosa del hospital y lloré como berraca cuando me di por notificada del ingreso a este mundo (un vaticinio de mi futuro como activista de la causa que sea, algunas tan importantes como el regreso de South Park a la tevé abierta). En otras palabras cero charme para tener sangre real, sin contar con la genética de mestiza orgullosa de su estirpe mapuche-española.


No poseo recuerdo alguno antes de los tres años, siempre he tenido la teoría que es un gran invento de Gaia para enfrentar la etapa mas humillante de nuestra vida: desde la incontinencia urinaria hasta esos lulos de carne humana que son los bebés en invierno, sin olvidar mi preferido: nuestros genitales a vista y paciencia de todo el mundo en baños públicos, en fiestas familiares, en micros, en parques, cementerios y cualquier lugar inimaginable elegido para cambiar nuestros pañales. En todo caso, la naturaleza (tan sabia ella) inventó varios milenios antes que los genios de Microsoft la expansión del disco duro, con esos adminículos tan útiles que son los padres. Que usted no recuerda las vejación de su primera niñez, no se preocupe tomamos fotos, guardamos el cordón umbilical, conservamos su mamadera y acosaremos durante años a todos sus pretendientes y amigos con las historias pre-conciencia del ridículo social. Y todo por su bien porque usted no tendrá ni las más peregrina idea de lo que bueno para si mismo antes de los sesenta o setenta años…
No crean que odio a mis padres, los amo, sobre todo a mi mamá. Pero ser hija única, regalona y caprichosa deja traumas insuperables. “La infancia es un lugar inmenso que marca toda nuestra vida” o algo por el estilo afirmaba Rosa Montero en “La hija del caníbal”, apoyo la moción y la promuevo para convertirla en ley de Estado.
Así como mi mamá me traumó irremediablemente, como diría Papelucho, también me regalo las cosas más importantes de mi vida: los libros, la música y los animales… aunque estoy segura que se arrepiente hasta el día de hoy. Es que aguantar durante 5 años a un gallo pendenciero en su patio y ver como cada una de sus amadas plantitas era devorada por un monstruo negro y saltarín con forma de gallina (cualquier parecido con mister Cortázar soy cesante no puedo pagar el copyright) deja huellas indelebles en al ánimo. Lección para el resto de la vida invertir en mejorar la compresión lectora de los chilenos, yo pedí un gato no un gallo.
A los tres años ya escuchaba a Beethoven, luego seguí con Mozart, Bach, Abba, Michael Jackson, Sex Pistols, mis idolatrados REM, Green Day, Pearl Jam, Garbage y varios placeres culpables que no confesaré jamás para no arruinar mi reputación de chica mala. Mujeres lo que nos piden podemos, si no podemos no existe, si no existe lo inventamos por ustedes mujeres… siento el exabrupto, continuemos. Mis historias con la música son variadas, parecería que cada uno de los grupos, cantantes o compositores que me gustan sustrajeran de algún lugar desconocido, en el limbo de las musas, MIS historias y MIS sentimientos cotidianos para plasmarlos en mega hits. Mi vida se parece demasiado a “Alta Fidelidad” de Nick Hornby, siempre existe la canción y la frase justa para describir lo que estoy sintiendo. ¡Horror! Soy un cliché andante..."